lunes, 22 de marzo de 2010

¿ Es malo estar solos?

¿ES MALO ESTAR SOLO ?


“ Solo: En la peor compañía” .
(“ Diccionario del diablo” , Ambroise Bierce)


¿Qué es la soledad? :


La soledad es como la lluvia: puede sentirse como una bendición o como un castigo. Para el que precisa una lluvia para no perder la cosecha, es una bendición. Para ti que estabas esperando que se seque el único jean para salir esta noche, equivale al castigo de tener que elegir otro pantalón que no queda bien sin tacos altos. Miras la lluvia y a te duelen los pies.
Con la soledad es lo mismo. Si te pasaste la semana en la ventanilla de “Quejas del cliente”, escuchando las quejas de miles de clientes de ese supermercado donde trabajas y donde nunca compras nada porque ya sabes que todo vienen fallado, estra un día sola será para ti como el mismo paraíso. Pero apuesto a que si pasaste una semana engripada y sin visitas, juntarse con tus compañeros de trabajo nuevamente para expresarles a viva voz como han sido tan groseros de no llamarte siquiera para ver como estabas, será una optima manera de romper con la soledad …y con un par de amistades.
La soledad tiene mala prensa. pero no es mala en sí .
De hecho, dos personas pueden tener dos opiniones opuestas acerca de una misma situación solitaria. Quizás vaya una pareja de vacaciones a la playa en baja temporada, y ella regrese diciendo “fue espantoso, no había nadie, estábamos absolutamente solos y me morí de aburrimiento” , mientras que el novio regresa diciendo “ Fue fantástico : playas solitarias , ni un alma cien kilómetros a la redonda y el hotel era todo para mi …¡ un placer!” . Lo que indica que ella es una histérica y el un aburrido, y que esa pareja no tendrá final feliz, salvo que ambos miren muchísima televisión.
Generalmente, quien disfruta de la soledad es una persona con una vida interior tan rica que está entretenida con sus propios pensamientos, o una persona tan distraída que ni se da cuenta que lo dejaron solo.
Y quien no tolera la soledad es porque no tienen ni medio pensamiento en que entretenerse, o los tiene, pero son tan deprimentes que prefiere rodearse de gente que le haga pensar en otras cosas. Y hay una tercer clase de gente que no tolera la soledad, que es la que es tan vaga que quiere tener a manos a otro a quien pedirle que le caliente un café o que le busque las llaves que ha extraviado.
Pero por más que estemos entretenidos con nosotros mismos o con la pelusa de nuestro ombligo, nuestra naturaleza humana hace que siempre haya algunos momentos en que nos sintamos solos: cuando estamos con personas que no nos escuchan ni comprenden, cuando se nos rompe el auto en una ruta secundaria de campo donde se sabe que pasa un auto cada tres días , cuando nos secuestra una banda de forajidos y nos abandona atados de pies y manos en un rancho abandonado en esa misma ruta, o cuando tu marido se fuga con tu hermana o tu esposa te deja por tu mejor amigo . O sea que la soledad es abandono, fragilidad, riesgo, desprotección y peligro. Y esto no es nada al lado del más pasmoso aguijón de soledad que nos pica cuando es sábado a la noche, entras a un bar y ves que está lleno de parejitas tomadas de la mano, besándose a la tenue luz de las velas …y tu no tienes mas compañía que tu teléfono celular.O cuando escuchas por la radio tu canción romántica preferida y matarías por bailarla lento con alguien no demasiado feo . Y la soledad ya llega a limites de alerta rojo cuando empiezas a tener fantasías sexuales con el encargado del edificio o el señor de la limpieza de la empresa donde trabajas.Cuando añoras estar en pareja sientes que has quedado fuera de la fiesta de estar de a dos, y te sientes rechazado aun cuando nadie te ha rechazado. Pero no alcanzas a comprender por qué nadie te ha elegido para ir a ver una mala película, siquiera.
No es fácil escaparle a la sensación de soledad: es el estado más común del ser humano .Pasamos calentitos y acompañados nueve meses en un útero materno, donde nada nos faltaba: el calor, el frío y el hambre no existían. Mamá nos contenía y acompañaba permanentemente con los latidos de su corazón y las vibraciones de su voz. Luego nacemos y seguimos siendo dependientes durante mucho tiempo. Cuando se termina la lactancia aún no sabemos ni caminar .Cuando aprendemos a caminar, todavía no sabemos hablar.Y cuando aprendemos a hablar, no llamamos a nadie por teléfono y nos vamos quedando solos.
Desde nuestra más tierna infancia sabemos que sin compañía perecemos .Pero crecemos, y aunque pesemos 70 kilos, nos seguimos creyendo bebitos de escasos tres kilos, que lloran de hambre para que los abriguen y le den la teta. El tiempo pasa tan rápido que ni nos damos cuentas de que ya crecimos y podemos alimentarnos solos. En el fondo de nuestra mente, la compañía es sinónimo de vida. Nos cuesta largos años aprender que la soledad no es sinónimo de muerte.
En la naturaleza hay especies animales solitarias y otras más gregarias.
Los seres humanos somos una especie que tarda mucho en madurar para autoabastecerse: somos los más lerdos de los monitos. Somos parientes cercanos de los simios, y como ellos, tenemos un arraigado esquema de organización social que intuimos como “el modo políticamente correcto de vivir “. Llevamos grabado en nuestros genes la noción de que estar en grupo garantiza la supervivencia. Y por eso entendemos que estar solo es peligroso.
Los monos viven en grupo. El mayor castigo al mono transgresor, el que se comporta de manera “antisocial”, es expulsarlo del grupo. Esto significa la muerte, porque un animal solo en la selva termina siendo víctima de los predadores, ya que no cuenta con los gritos de alerta ante el peligro de sus pares , ni con la ayuda de los demás para acelerar la huida, para buscar comida o para espantar a las fieras. En la soledad de la ciudad moderna ocurre lo mismo. Si vives con alguien y suena el timbre, tienes a alguien que te advierte: “ No atiendas , que es el cobrador del club” . Pero si estás solo, abres la puerta pensando que es un amigo, y no tienes más remedio que pagarle la cuota al cobrador, lo que te duele igual a ser atrapado por un depredador selvático.
En el fondo de nuestro ser sentimos que la compañía significa seguridad y tranquilidad: hay otro más con quien gritarle a dúo al mecánico que te hizo un desastre en el motor del auto. Las mujeres solas conocen bien que diferencia hay entre llamar a un plomero preguntando cuando van a venir a reparara el caño roto y llamarlo mintiendo“pregunta mi marido cuando va a venir “ . El plomero accede a repararte un caño diez veces más rápido cuando sabe que hay dos del otro lado del teléfono . Asi que uno en el fondo sabe que la soledad equivale a chapalear tres semanas en una casa con un caño roto, para colmo sin que nadie se divierta con la patética escena.


En busca de la mirada perdida


Como monos y payasos que somos, la soledad no es nuestro estado natural. Estar solo significa que nadie nos está mirando. Y a eso lo sentimos como un equivalente a “no existir”.Necesitamos de la mirada del otro para saber que existimos . Que el otro nos registre nos hace sentir más vivos, y de paso nos indica cuando no combinamos bien la ropa, cuando tenemos el cierre abierto y cuando hay una mancha en la parte trasera del saco. De la importancia de la mirada del otro sale la importancia que muchos le dan al hecho de aparecer en televisión, que popularizó la frase “Si no estás en la tele, no existes “. Sentimos que el que está en la televisión existe más que los otros, porque es mirado por muchas más personas al mismo tiempo. Todo el mundo que no padezca una timidez patológica se muere por salir en la tele, porque a su vez a la gente le encanta conocer gente que sale en la tele. Si sales en la tele, te vuelvas mas popular, y ser popular significa estar más acompañado y que te ataquen menos leopardos en la selva , o que haya más gente que te avise que llegó el cobrador del club .
Los artistas famosos son los que más disfrutan de la fama. Se llenan de felicidad y adrenalina al estar enfrente de un montón de cámaras de fotos. Imagina lo diferente que es estar hojeando una revista sentada en el baño, a estar en un estadio aplaudida por 100.000 almas, como lo que habitualmnete le sucede a Madonna en sus giras. Para los artistas es durísimo tener que bajarse del escenario para caer en la soledad de un hotel , o de su casa donde un marido indiferente le pregunta “ ¿Que tal te fue?” sin dejar de mirara la tele.Es por eso que tantas celebridades caen en problemas de drogas y alcohol para paliar la soledad post show. ¿Qué sentido tiene el resto de tu vida después de que te han aplaudido diez mil personas? ¿Qué feedback social te compensa eso? ¿ Llamar a tu mamá por teléfono te lo compensa? ¡ No hay ser humano que pueda compensarte tanta atención toda junta! Y es por eso que tantos famosos se divorcian una y otra vez : ¡su pobre pareja no puede aplaudirlos con 50000 manos!
Es por esto que los antiguos romanos, a los héroes de guerra y los atletas olímpicos los llevaba a pasear en cuadriga por la ciudad mientras todo el pueblo los vitoreaba, mientras un hombre sostenía sobre su cabeza una corana de laureles y le susurraba al oído “ recuerda que solo eres un hombre , recuerda que sólo eres un hombre” . Todo artista sabe que si no mantiene un cable a tierra y la cabeza bien puesta en las cosas de la vida cotidiana, se le vuela el ego tan lejos que no lo puede alcanzar, y luego arriesga a caerse de demasiada altura, y a hacerse un enorme daño con el golpe .


La soledad como castigo


La soledad es paranoica .Cuando te sientes solo te comienzas a perseguir con una sensación de derrota: sientes que se está perdiendo algo. Crees que toda la gente la está pasando bárbaro menos tú y que estás en el sitio equivocado .Crees que tus amigos están tomando champagne de juerga en un yate de lujo, que están bailando borrachos en una fiesta de espuma o que se han ido a una playa a pasarla bomba y te han dejado afuera, ni han recordado invitarte , ya que eres una persona que se deprime si está sola. Ni se te ocurre pensar que ellos también se pueden estar sintiendo tan solos como tú. Lo que piensas es“¡NO, no hay nadie tan espantosamente solo como yo!¡ El por lo menos tiene a su gato!”.
Como la soledad implica en sí una sensación de aislamiento, no concibes que eres una isla en un archipiélago de soledad. Es curioso que el dolor ajeno nos consuela muchas veces de nuestro propio dolor. Sin embargo, la soledad ajena no nos consuela de la propia : más bien nos repele, mostrándonos lo que menos queremos ver de nosotros,c como en un espejo de aumento.. Si te sientes solo, y planeas llamara a alguien para no sentirte solo, lo que quieres es llamar a alguien que te diga “ ven a casa que estamos por tomar unos tragos con un grupo de amigos”. No quieres escuchar “¡Menos mal que me llamas, porque ya estaba trepándome por las paredes de tanta soledad!” ¿Ehhh?¿ Que le pasa a esa loca que no puede conseguir compañía? No, no serás tu quien vaya a quitarle la soledad…lo que quieres es reunirte con alguien que NO se sienta solo. ¡Para solo ya estás tú!
Eso sucede porque nunca nos enseñaron a estar solos. Al contrario, siempre se nos enseñaron que la soledad es un estado indeseable e inconveniente. Se piensa que el tiempo se aprovecha mejor en compañía.. En las escuelas, los jardines de infantes y los empleos, las clases y los recreos son colectivos, y se considera “raro” al niño que prefiere entretenerse solo En la adolescencia nos sentimos excluidos si no tenemos con quién salir. Al llegar a adultos, nos resulta insoportable la falta de compañía. Lo primero que hacemos al entrar a una habitación vacía es prender el contestador telefónico, la radio o el televisor para que nos dé la ilusión de tener compañía.
La soledad siempre tuvo mala fama. La pena máxima que se les daba a los reos en la Antigua Grecia era el ostracismo o el destierro: se le prohibía a la gente hablar con ellos o se los echaba de su tierra, obligados a no volver jamás.
En la Europa Medieval el castigo a ciertos infractores de la ley consistía en estar condenados a llevar un pesado collar de hierro que indicaba que nadie en el pueblo les podía hablar. Si alguien les hablaba, era obligado a usar el mismo collar. Se los obligaba a la humillación , pero el mayor castigo era la soledad y el aislamiento.
En todas las cárceles del mundo reservan sólo para los temibles criminales el peor de los castigos: el confinamiento silencioso en celdas completamente aisladas, donde hasta los guardiacárceles tienen prohibido dirigirles la palabra.
A los chicos que se portan mal se los manda al rincón, o se los obliga a quedarse aislados en su cuarto como penitencia. El castigo es la soledad. No es raro, entonces, que estar solos nos haga sentir mal…¡nos sentimos castigados!. “Tú no vienes con nosotros: te quedas aquí solo porque te has portado mal “es una frase escuchada en la infancia que sigue resonando en nuestra mente de por vida
A los que optan voluntariamente por la soledad siempre se los vio como seres patológicamente anormales, antisociales o raros.Las mujeres solas fueron consideradas brujas, prostitutas o solteronas amargadas. . Los hombres solos eran vagabundos, ermitaños o locos.
La gente tiende a juzgarse a sí misma de acuerdo al reconocimiento que obtiene de las personas que le rodean. Tenemos una tendencia innata a hacernos notar, a que los demás acusen recibo de nuestra existencia.
Si nadie nos mirara cuando entramos a un lugar, si nadie respondiera cuando hablamos, si a nadie le importara lo que hacemos, si todas las personas con las que nos encontrásemos nos hicieran el vacío y actuaran como si no existiésemos, terminaríamos furiosos y desesperados. Generalmente preferimos que nos agredan antes que nos ignoren, porque hasta la agresión es un signo de atención.
La soledad, ya sea anhelada o involuntaria, resulta sospechosa. Suponemos que una persona querida es siempre reclamada por los demás. Si estamos solos, creemos que no nos quieren. Si alguien está solo, suponemos que no es querible …o que usa un desodorante de muy baja calidad . Por eso, creemos que los niños deben tener siempre alguien “con quien jugar”, los adolescentes deben tener “con quien salir”, y los adultos tienen que casarse para tener “con quien estar”.
Con semejante panorama, ¿cómo no vamos a sentirnos mal de estar solos?

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